Un reciente análisis de Fitch Ratings ubica a Costa Rica en categoría BB/Positiva, advirtiendo que para acceder al grado de inversión necesita mejorar su gobernanza, reforzar las bases de ingresos y garantizar crecimiento sostenido. Aun así, otras señales macroeconómicas recientes, como la reducción de su deuda pública a menos del 60% del PIB y una emisión planeada de bonos soberanos de US$1.500 millones, reflejan avances importantes que podrían reforzar su perfil crediticio.
Costa Rica aparece de nuevo en la mira de los mercados internacionales como uno de los países latinoamericanos con mejores posibilidades de elevar su calificación soberana al grado de inversión, una meta que puede abrirle las puertas a menores costos de financiamiento y mayor confianza de inversionistas globales.
Un reciente informe de Fitch Ratings destaca que, si bien Costa Rica tiene calificación BB con perspectiva positiva, su ascenso al “club” del investment grade dependerá de avances en tres pilares fundamentales: una gobernanza más sólida, una base de ingresos más profunda, con ingresos fiscales estables y diversificados, y una estructura de financiamiento local flexible.
El país suma ya varias señales favorables: en 2025 la agencia Moody’s elevó la calificación costarricense de deuda soberana, reconociendo una recuperación en las finanzas públicas y una disminución del nivel de endeudamiento. Además, en octubre de 2025, el gobierno anunció planes para volver a los mercados internacionales con una emisión de bonos soberanos por hasta US$1.500 millones, lo que indicaría una estrategia de financiamiento alineada con estándares globales.
No obstante, persisten obstáculos estructurales. El informe de Fitch señala que alcanzar el grado de inversión no dependerá solo del crecimiento económico, el cual ha sido modesto, aunque estable, sino de la calidad de las instituciones, la sostenibilidad fiscal, la diversificación de ingresos y la capacidad de generar ingresos recurrentes a largo plazo.
A su vez, expertos locales advierten que el crecimiento económico es desigual: sectores como zonas francas, manufactura y servicios avanzan con dinamismo, pero la economía “tradicional” arrastra ritmos más bajos, lo que podría limitar la base estructural necesaria para sostener mejoras sostenidas.
En este contexto, el 2026 se perfila como un año clave. Si Costa Rica logra consolidar disciplina fiscal, mejorar su gobernanza, aprobar las reformas necesarias para ampliar su base de ingresos y ejecutar bien su estrategia de deuda, podría acercarse a la meta del investment grade. Pero si no, se mantendría en el rango especulativo, dependiente de condiciones externas.
Para inversionistas, analistas y agentes económicos, ese resultado definirá no solo el costo del dinero para el país, sino también la confianza en su mercado de deuda, la sostenibilidad de inversiones externas y su competitividad regional.
RealRisk/ Fuente: Fitch Ratings