Caída de precios no es sinónimo de bienestar según economistas en Centroamérica

Durante 2025 Costa Rica y Panamá registran deflación: Costa Rica reportó un IPC interanual de –1% y Panamá –0,4% a septiembre. Esto significa que los precios bajaron, pero los economistas advierten que esta caída no siempre representa alivio para las familias, ya que puede reflejar una débil demanda interna, menor consumo y problemas de empleo. La deflación prolongada podría frenar la inversión, aumentar el peso real de las deudas y debilitar la actividad económica general.

Mientras muchos países de América Latina lidian con inflación persistente, Costa Rica y Panamá se destacan por registrar variaciones negativas en sus índices de precios. En Costa Rica, el índice de precios al consumidor (IPC) marcó –1% interanual a septiembre de 2025, con una caída mensual de –0,40%. Panamá, por su parte, reportó un descenso de –0,4% en su IPC en ese mismo periodo.

A simple vista, una caída en los precios podría percibirse como una ventaja para los consumidores. Sin embargo, economistas como los del Institute of International Finance (IIF) advierten que cuando la deflación responde a una debilidad de la demanda interna o a excesos de oferta, puede convertirse en un síntoma de deterioro económico. En esos casos, la caída de precios suele ir acompañada de menor producción, aumento del desempleo, menor consumo, y un círculo de desaceleración económica.

En Costa Rica, los rubros con mayores bajas han sido transporte, comunicaciones, alimentos y bebidas no alcohólicas (indicando que no todos los bienes redujeron precio) lo que puede generar desequilibrios en el poder adquisitivo real de las familias. En Panamá la caída también está vinculada a ajustes en bienes regulados y servicios, y a una dinámica de desaceleración del empleo, lo que podría limitar aún más el consumo interno.

Más allá del alivio inmediato que puede ofrecer una baja de precios, los expertos advierten que la deflación prolongada implica riesgos: el valor real de las deudas se incrementa, las empresas reducen inversión, se frena la creación de empleo y se dificulta la recuperación económica. Para que una caída en precios sea legítima y beneficiosa, debería venir acompañada de aumento de ingresos, estabilidad laboral y confianza económica; de lo contrario, podría convertirse en una señal de alarma.

RealRisk/ Fuente: Bloomberg Línea